¿Lorca vive?

Todo parece indicar, según las noticias que se desprenden de la prensa, que Lorca está muerto. ¿Se puede estar muerto siendo inmortal? Porque Federico es inmortal, aunque lo asesinaran –o precisamente por eso–; García Lorca sigue vivo en su Romancero, en su Mariana Pineda, en su Bernarda Alba, en sus Bodas de sangre, en… toda su obra.

Hace ahora dos años que, en este mismo sitio, se publicó el texto «Memoria histérica«, en el que se pedía que no se exhumaran los restos de Federico García Lorca. Pedíamos que no se haga porque no nos parece razonable –además de porque no quiere la familia– que a personas que llevan tanto tiempo muertas y enterradas se las exhume removiendo ¿el qué?

Las familias del maestro Dióscoro Galindo y del banderillero Francisco Galadí solicitan permiso para extraer de la tierra lo que ya es de ella. ¿Qué pasa, que se les han olvidado sus caras y necesitan verlas de nuevo para recordarlos? ¿Es que no dejaron ningún recuerdo, que reclaman ahora unos huesos para hacerlos ceniza y colocarlos en la hornacina? Que piensen en las familias de los otros, muchos, asesinados en aquella miserable guerra y entiendan que ahora están ahí como en un mausoleo de honor y respeto. Porque después de que los desentierren y no los reclame nadie, habrá que deshacerse de ellos quemándolos y entregándolos al olvido. No es justo.

Dejad a los muertos en paz. Y que busquen también la paz los vivos dejando de andar en esas zarandajas que no conforman a nadie. Que les pongan una placa en la casa del banderillero y en la del maestro, pero que dejen de hurgar en viejas heridas.