7 agosto 2008 | 1 Comentario »
El Pazo de Meirás, una imponente mansión situada en la localidad coruñesa de Sada, surge como serpiente de verano para golpear nuestra actualidad con fuerza inusitada. La polémica la ha encendido el deseo de la Xunta de Galicia de declarar este inmueble bien de interés cultural (BIC) y, por tanto, obligar a que se abran sus puertas al público para disfrute general. Este caserón, que fuera propiedad de la escritora Emilia Pardo Bazán, es, desde hace 70 años, de la familia Franco y, durante el mandato del Generalísimo, albergó los veraneos de la hija y de los nietos del caudillo.

Pero ¿cómo llegó a manos de los Franco? Pues lo hizo gracias a una cuestación de los vecinos de los municipios próximos al Pazo que, en forma de aportaciones más o menos voluntarias, sufragaron en 1938 la compra de esta joya histórica. Era un momento en el que demostrar la afección al régimen podía separar a los elegidos de los marginados en la dictadura. El «obsequio» fue una idea de los empresarios más ricos de la zona, pero que costearon todos, acaudalados y pobres. En el Ayuntamiento de Oleiros, próximo a Meirás, se conservan los papeles en los que se requería al ayuntamiento para recaudar el precio del pazo. Los gallegos, «tanto pudientes como sin caudal», fueron llamados a pagar la finca. Incluso a los funcionarios se les quitaba parte del sueldo para el «regalo».
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