Gallardón y la milla de lodo
23 febrero 2010 | Sin comentarios »Hoy he pasado por allí. Hacía mucho que no pasaba. Pero hoy he callejeado por el barrio de Salamanca. También he comido por la zona (en El Lago de Sanabria, en Ayala 23, que es un gozo para el paladar) y he estado observando las disparidad de tiendas chic que conforman lo que se ha dado en llamar «la milla de oro».
Cierto es que el tiempo no acompaña para ir de compras estos días; que la abundante lluvia que está cayendo hace incómodo transitar por las aceras esquivando paraguas y goterones; y que la milla de oro de 24 quilates que ha prometido el alcalde de Madrid necesita obras, pero lo que he visto hoy por allí era un auténtico decorado para rodar un documental sobre las consecuencias de una guerra nuclear.
Los hoyos que hay en las aceras (si se puede llamar aceras a lo que allí queda) seguidos de las zanjas, de las vallas de obra, de los socavones, de los mojones,… parecen un texto en braille aumentado un millón de veces. Los charcos, no son charcos, son lagunas a las que sólo les falta ranas y peces para parecer un parque temático.


El gesto que hizo José María Aznar a unos cuantos bulliciosos de conciencia para corresponder al abucheo que le propinaron durante su conferencia en la Universidad de Oviedo, quizá sin otro propósito que el de armar bulla y “chuparse” algunas clases, fue copiado por la diseñadora Isabel Mastache, que lo plasmó en la Pasarela Cibeles de la guisa que se ve en la imagen.
Primero, lo mueven (cuando se anuncia su separación de Doña Elena) de su original lugar en El Museo de Cera, junto a la Infanta, y lo mandan a ver los toros desde la barrera. Luego, la Familia Real se hace una nueva foto de familia (cuando se hace oficial el divorcio) en la que él ya no aparece. Lógicamente, pero pasado el tiempo, cuando se cotejen las dos fotografías, la anterior a su desaparición y la nueva, ya sin él, no se podrá evitar el rememorar aquellas otras en las que se suprimía la figura de Trotsky de un mitin de Lenin o se retocaba la fotografía de Franco y Hitler en Hendaya para hacerla políticamente correcta. Y casi a la par del sucedido de la imagen, lo sacan del escenario del museo para hacerlo desaparecer definitivamente de la Historia, como si los dos hijos que ha tenido con la primogénita del Rey no fueran prueba fehaciente de su existencia.