19 mayo 2011 | Sin comentarios »
Por Aquilino Quintás
Ya nos los previno Ortega en su libro, y el tiempo le ha dado la razón. La sociedad, democráticamente correcta en lo que a política se refiere, se ha vuelto políticamente incorrecta en lo que a democracia se refiere. Las masas, el hombre-masa como prototipo de la sociedad, se han deteriorado, se han corrompido de tal manera que se han desligado de los problemas de los menos afortunados; de la mayoría. Su prepotencia les ha servido para inhibirse del común de los mortales.

La vox populi, con una jerga para desposeídos, empezó a etiquetar a unos grupos creados por el obligado desarraigo que les impuso la masa dominante escudada en la situación socio económico política del país. Así nacieron los parados, los emigrantes, los indignados, las mujeres maltratadas, los desahuciados, los prejubilados, los despedidos, los nini, los botelloneros, los okupas, los políticamente defraudados –que son la mayoría–, los…, como grupos sociales que están ahí, pero no por no estar cualificados para desarrollar una actividad productiva, sino, sólo y llanamente, para que le cuadraran las cuentas a algún aprovechado. Nacieron un sinfín de tribus, aceptadas e ignoradas, que sólo interesan a los gobernantes para que llenen la urna con los votos que les han de mantener en la poltrona. Esa es la triste realidad.
La culpa, ineludiblemente, es del Gobierno. Cómo no, si es el que manda. Pero creo que sería igual con cualquier Gobierno, fuese del color que fuese, porque pienso que el problema quizá esté en la falta de valores de los individuos, en el deterioro de la raza. Es la pescadilla que se muerde la cola: los políticos se corrompen, y su ejemplo corrompe al pueblo; y el pueblo corrompido solo piensa en imitar a los políticos en su corrupción blindada, en vez de derrocarlos y formar un gobierno de verdad para todos. Vulgus veritatis pessimus interpres.
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